Día 7 (05/04/2019) - Petra
Wadi Musa
Hoy el despertador sonó una hora antes que el día anterior, queríamos llegar antes hasta el Tesoro y tener la oportunidad de verlo sin tanta gente como el día anterior. Habíamos visto que a la hora que llegamos nosotros también lo hacían varios grupos organizados. Además, queríamos llegar hasta el Monasterio que se encuentra bastante alejado.
Bajamos a desayunar y de nuevo cogimos pan para comer. En esta ocasión no sacamos el embutido de su envase para que aguantase bien hasta el mediodía, ya nos haríamos los bocadillos sobre la marcha. Salimos del hotel y recorrimos la que ya empezaba a ser nuestra ruta habitual hasta Petra, descendiendo por la carretera que lleva hasta la entrada.
Petra
Mostramos por última vez nuestro Jordan Pass para entrar en la antigua ciudad de los nabateos. Empezamos el camino aproximadamente una hora antes que el día anterior y notamos que había mucha menos gente. Recorrimos El Siq, una de las zonas que más nos estaba gustando de Petra. Nos detuvimos en varias ocasiones para sacar fotos y disfrutar de esta maravilla natural. El sol empezaba a hacer acto de presencia, pero en el cañón apenas entraban unos pocos rayos de luz y se mantenía a una temperatura muy agradable.
El Siq
Cuando llegamos al Tesoro había solo unas pocas personas, había sido todo un acierto haber salido una hora antes del hotel. Aprovechamos para sacar unas cuantas fotos, aunque sin entretenernos demasiado porque queríamos llegar hasta el otro extremo de Petra. A la vuelta tendríamos ocasión de quedarnos más rato si veíamos que íbamos bien tiempo.
El Tesoro
Cruzamos el centro de la antigua ciudad sin detenernos, pasando por la avenida de las fachadas y la vía columnada. Pasado el Qasr al Bint hay un restaurante y decidimos hacer una parada. Desde aquí hay 6 kilómetros hasta el Monasterio (en total son 8 si contamos desde la entrada a El Siq). Aprovechamos para ir al baño, tomar un café en condiciones y hacer un breve descanso antes de empezar la caminata que nos quedaba por delante. Como suponíamos, no era barato y pagamos 5JOD por los dos cafés.
Empezamos el camino que lleva hasta el Monasterio viendo que había huecos excavados en la roca. Seguramente eran utilizados como viviendas por los nabateos. El primer tramo no era muy cansado, había unas pocas subidas pero el sol empezaba a apretar un poco.
Camino del Monasterio
A los pocos minutos, nos desviamos un poco del camino principal para visitar el triclinio del león. Éste es un antiguo templo que queda un poco escondido, si no hubiera sido por el GPS quizá nos lo hubiéramos saltado. El nombre viene dado por los dos leones tallados a ambos lados de la entrada.
El triclinio del león
El trayecto poco a poco va volviéndose más abrupto y hay que subir por zonas más empinadas y con escaleras. También encontramos unos pocos pasos estrechos, resultado de caprichos de la naturaleza que hacen que rocas muy grandes se apoyen en las paredes de la montaña. Mientras subíamos no podíamos parar de sorprendernos de la cantidad de tiendas de souvenires que nos encontramos. Para llegar allí con solo una mochila ya era algo cansado, subir cargados con toda la mercancía no queremos ni imaginarlo.
Camino del Monasterio
El Monasterio
Tardamos cerca de dos horas incluyendo las paradas que hicimos para descansar, disfrutar del paisaje, sacar fotos y picar algo, pero finalmente llegamos al Monasterio. Al final del camino vimos una gran zona abierta y a un lado se encuentra el templo. Enfrente se encuentra un restaurante, donde estaba toda la gente que se había acercado hasta este lugar.
El Monasterio o Ad Deir es el segundo edificio más conocido de Petra, solo por detrás del Tesoro. Está tallado directamente en la roca con el estilo clásico de los nabateos y mide 50 metros de ancho por 45 de alto. Fue construido durante el siglo I en honor al rey Obodas I. En el interior hay unas cruces grabadas que dan nombre al monumento.
Aprovechamos la gran zona que había justo delante del templo para sacarnos montones de fotos, incluso pudimos poner el trípode. La gran mayoría de la gente se congregaba en el restaurante, nosotros preferimos quedarnos junto al monumento para disfrutar de éste y contemplarlo de cerca. Nos acercamos hasta la entrada pero como en el Tesoro, no se podía entrar.
El Monasterio
Pasado un buen rato fuimos hasta el restaurante, aunque sin detenernos y continuamos hasta las rocas que había detrás. Desde esta zona las vistas del Monasterio eran geniales. También había una roca excavada que tuvo que ser una casa antiguamente, tenía una ventana con vistas al templo.
El Monasterio
En esta zona nos sentamos un rato para descansar. Con la emoción de ver el Monasterio no habíamos parado después de dos horas caminando. Las vistas mientras tomábamos el descanso eran increíbles. La gente continuaba llegando como un goteo, se detenían junto al Monasterio y después iban al restaurante. Pero en ningún momento llegó a haber ninguna aglomeración. La distancia que hay desde la entrada hace que muchas personas no lleguen hasta este lugar.
El Monasterio
El Monasterio
Tras unos minutos de descanso decidimos alejarnos un poco y ver si había algo más por los alrededores. Desde toda la zona podía verse el templo y no lo perdimos de vista ni un solo momento. Subimos a un pequeño montículo desde el cual se veía un pequeño cañón. El conjunto que formaban el Monasterio, las vistas de los alrededores y la paz de este lugar, lo convirtieron en nuestro lugar preferido de Petra. El más conocido y popular es el Tesoro pero nosotros nos quedamos con el Monasterio.
El Monasterio
Vistas desde la zona del Monasterio
Volvimos junto al templo y buscamos un lugar donde sentarnos. Sacamos el pan y el embutido que todavía seguía en el envase. La jugada hoy nos había salido bien y pudimos comernos los bocadillos acompañados con patatas chips. La comida no sería ni mucho menos la mejor del viaje, pero comer frente al Monasterio lo compensaba con creces. Pocas veces habremos comido con unas vistas tan magníficas como estas.
Habíamos pasado más de dos horas en el Monasterio y podríamos haber estado más, pero tocaba volver. El camino de vuelta fue más rápido y relajado porque casi todo era de bajada. Durante el día de ayer y el camino de ida de hoy, habíamos observado que en esta zona estaban los mejores precios de souvenires. Paramos en una de las tiendas y después de regatear un poco compramos todos los imanes que necesitábamos y un recuerdo de Petra por 20JOD. Mientras negociábamos el precio el señor de la tienda nos invitó a un té, no dejaba de sorprendernos la hospitalidad de la gente de este país.
Camino de vuelta del Monasterio
Las tumbas reales
Regresamos al centro de la ciudad e hicimos una parada en el restaurante donde habíamos tomado el café por la mañana. Habíamos caminado mucho así que merecíamos un descanso y porque no un helado. Pagamos 6JOD por los dos helados, un precio parecido a lo que cuestan en España.
Antes de volver a la entrada nos quedaba una última visita que realizar en Petra, las tumbas reales. En total son cuatro los edificios que reciben este nombre, subimos hasta el primero donde vimos que había más tiendas de souvenires. La primera es la tumba de la urna, construida durante el siglo I y que sirve como sepulcro de Malichos II o de Aretas IV. Recibe este nombre por la enorme urna situada sobre la entrada. Pudimos acceder al interior de esta construcción donde solo hay una gran sala vacía excavada en la roca.
Las tumbas reales – Tumba de la urna
Continuamos el camino pasando junto a los dos siguientes edificios. La segunda es la tumba de la seda, que debe su nombre a los colores de la piedra que se parecen a los de la seda. La tercera es la tumba corintia, con una fachada muy parecida a la del Tesoro pero mucho más deteriorada. Debe su nombre a un arqueólogo que la asoció con los corintios por sus columnas.
Las tumbas reales – Tumba de la seda
La última de las tumbas reales es la del palacio, la más grande de las cuatro y junto a la primera la más espectacular. Sus dimensiones son de 49 metros de ancho por 46 de alto. Es posible acceder al interior y desde la entrada nos sentimos muy pequeños ante sus enormes dimensiones. La gran habitación del interior se utilizaba como sala de banquetes durante el reinado de Rabel II.
Las tumbas reales – Tumba del palacio
Petra
Antes de abandonar Petra por última vez volvimos al Tesoro. Como había sucedido por la mañana, no había demasiada gente frente al templo y decidimos aprovecharlo. En las ocasiones anteriores en que habíamos estado en este lugar, se nos habían acercado algunos beduinos ofreciéndose para llevarnos a una zona elevada con buenas vistas a cambio de 10JOD. Hay dos zonas a las que se puede subir, una es arriba del todo del cañón a un lado y otra a media altura al otro. Esquivando a los beduinos Sergio pudo subir hasta el más bajo de los dos. La subida no son más de 5 minutos pero tiene algún tramo con un buen desnivel. La subida merece la pena porque las vistas son geniales, pero sin tener que pagar para que te acompañen. Arriba había poca gente que se había aventurado a subir y un señor que vendía té.
El Tesoro
De vuelta a abajo, sacamos unas últimas fotos del Tesoro y también de los edificios de Petra. Nos resistimos durante un buen rato antes de irnos. Este lugar es magnífico y no es de extrañar que sea una de las 7 maravillas del mundo. Habíamos pasado 2 días recorriendo Petra y tocaba despedirse.
El Tesoro
Cruzamos El Siq también por última vez para volver a la entrada. Esta vez volvíamos prácticamente solos. De las seis veces que lo cruzamos tal vez ésta fue con la que menos gente nos encontramos. Era una buena manera de decir adiós a esta maravilla del mundo, recorriendo el camino que discurre entre el desfiladero con tranquilidad.
El Siq
Wadi Musa
Cuando llegamos al hotel preguntamos al chico sobre como llegar al día siguiente hasta Wadi Rum. Nos dijo que se podía llegar en autobús o en minibús. La segunda opción costaba 7JOD por persona y salían a primera hora de la mañana, con lo que llegaríamos a tiempo para empezar el tour que teníamos contratado. Lo pensamos un poco y aceptamos esta opción aunque era un poco más cara. El chico del hotel nos dijo que llamaba para reservarnos plaza y que pasarían a recogernos por la puerta del hotel. Por nuestra parte subimos a la habitación a preparar las mochilas, ducharnos y descansar.
No salimos hasta la hora de cenar. Como habíamos cenado tan bien el día anterior volvimos al Beit Al-Barakah restaurant que además estaba junto al hotel. Hoy habíamos comido muy pronto y veníamos con hambre, pedimos un hummus para compartir y de segundo un shawarma con patatas y un mansaf. Como el día anterior, todo estaba muy bueno y al acabar nos invitaron a unos baklavas de postre. En total la cena nos costó 23JOD, que no estaba nada para lo que habíamos pedido.
Cena - Shawarma
Cena - Mansaf
Al día siguiente venían a recogernos a las 7 de la mañana, así que no tardamos en irnos a dormir. Necesitábamos descansar después de la cantidad de kilómetros que habíamos caminado en los últimos dos días y estar frescos para lo que quedaba de viaje.
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