Día 13 (23/04/2015) - Valle Sagrado (Pisaq ➞ Ollantaytambo ➞ Aguas Calientes)
Cusco
Hoy nos poníamos rumbo al valle sagrado y dormiríamos en aguas calientes, también conocida como Machu Picchu pueblo. Al día siguiente visitaríamos el Machu Picchu y volveríamos a Cusco, donde disfrutaríamos de otros dos días en la antigua capital inca. Las dos noches que nos quedaban en Cusco las pasaríamos en el hostal San Blas. El día anterior habíamos pasado por el hostal a preguntar si podíamos dejar parte de nuestro equipaje para no llevarlo todo al Machu Picchu y no nos pusieron ningún problema. El hostal estaba al lado de donde pasaría a buscarnos el autobús que nos llevaría al valle sagrado y de camino pasamos por el hostal San Blas a dejar una de las mochilas grandes.
Camino de Pisaq
Bajamos la cuesta de San Blas y llegamos al punto donde tuvimos que esperar a que llegara el autobús para empezar nuestro viaje que terminaba en el ¡¡¡Machu Picchu!!! La primera parada era el pueblo de Pisaq, donde podríamos disfrutar de un paseo por su mercado y visitar unas ruinas incas. Antes de llegar a Pisaq paramos en un mirador, donde había unas señoras peruanas que vendían varios productos típicos andinos. Empezamos a ver que era típico que en los miradores hubiera algunas señoras vendiendo estos productos. Desde el mirador pudimos disfrutar de una gran vista del valle con el pueblo de Pisaq abajo.
Vistas de Pisaq
Vistas de Pisaq
La leyenda de Pisaq cuenta que, el cacique Huayllapuma tenía una hija llamada Inquil. Prometió que casaría a su hija con el hombre que fuera capaz de construir en una sola noche un puente sobre el río Urubamba. Un príncipe llamado Asto Rímac decidió aceptar el reto. Se preparó todo para que el príncipe construyera el puente, mientras tanto, la princesa tenía que subir a la cima de un cerro sin mirar atrás. Si la princesa miraba atrás mientras subía a la cima ambos se convertirían en piedra. Al amanecer, el príncipe había acabado el puente, pero Inquil no pudo aguantar y miró atrás, quedando los dos convertidos en piedra hasta hoy.
Mercado de Pisaq
Paramos en el pueblo de Pisaq para visitar su mercado. En primer lugar nuestra guía nos llevó a una tienda que estaba al principio del mercado. En ésta vendían todo tipo de joyas y la chica de la tienda nos explicó como fabricaban manualmente los diferentes collares y pulseras. Había joyas muy chulas pero también caras, de modo que no compramos nada. La guía dejó que paseáramos tranquilamente por el mercado y dijo que nos esperaba en el autobús en 45 minutos.
El mercado rodeaba todo el pueblo y la mayoría de tiendas vendían ropa. Estuvimos paseando un rato por el mercado y empezamos a preguntar en algunas tiendas por el precio de los chullos. Los chullos son los típicos gorros andinos, tienen orejeras, están hechos de lana y suelen estar decorados con dibujos multicolores. Cuando llevábamos paseando un rato por el mercado vimos que ya era hora de volver al autobús. Pasamos por la tienda donde los chullos estaban a 7 soles y compramos uno para cada uno. Volvimos al autobús con muchas ganas de continuar el trayecto que teníamos para hoy.
Mercado de Pisaq
Mercado de Pisaq
Parque arqueológico de Pisaq
El parque arqueológico de Pisaq está situado en una zona más elevada que el pueblo. Al llegar necesitamos nuestro boleto turístico al que le estábamos empezando a sacar buen partido. El recinto era un conjunto de ruinas en el que había acueductos, terrazas, murallas, puentes, etc. Desde la entrada pudimos ver que la mayoría de los restos estaban en una zona más elevada y a la que había que llegar andando. Empezamos a caminar pasando al lado de las terrazas donde los incas cultivaban sus diferentes verduras y hortalizas. La altura de las diferentes terrazas debía ser de aproximadamente 2 metros.
Parque arqueológico de Pisaq
Parque arqueológico de Pisaq - Terrazas
En unos pocos minutos llegamos a la zona más elevada donde estaban la mayoría de las ruinas. Aquí pudimos ver los restos de los diferentes edificios que formaron originalmente esta construcción. Desde esta zona las vistas eran impresionantes y pudimos ver gran parte del valle. Desde aquí también pudimos ver las diferentes terrazas. Desde esta perspectiva no parecían tan altas como eran en realidad.
Parque arqueológico de Pisaq
Parque arqueológico de Pisaq
Volvimos de nuevo cerca de la entrada al parque arqueológico. Antes de subir a la parte principal del recinto, habíamos visto de pasada que las vistas eran impresionantes, podía verse un gran valle y gran cantidad de terrazas. Aprovechamos que todavía faltaban unos minutos para volver al autobús para sacarnos algunas fotos desde este mirador.
Parque arqueológico de Pisaq - Vistas
Parque arqueológico de Pisaq - Vistas
Ruinas de Ollantaytambo
La siguiente visita del tour eran las ruinas de Ollantaytambo, pero antes paramos en el pueblo de Urubamba para comer. El autobús nos fue dejando a cada uno en el restaurante que habíamos elegido según el precio. Nosotros habíamos elegido uno que tenía buffet libre y que era económico. Probamos varias especialidades peruanas, en general la comida estuvo bien. Después de comer volvieron a recogernos a los respectivos restaurantes para continuar con el tour.
Llegamos al pueblo de Ollantaytambo, la última visita que nos quedaba para el día de hoy. Desde está fortaleza los incas dominaron el valle sagrado. La construcción se caracterizaba por tener terrazas o andenes que, a diferencia de otros lugares que habíamos visitado, no servían para la agricultura, si no que hacían de muro de contención. Lo primero que vimos al entrar al complejo arqueológico fueron precisamente los andenes que ofrecían una impresionante vista. Éstos se iban estrechando conforme iban ascendiendo por la montaña. Había unas escaleras a los lados de las terrazas por donde pudimos subir.
Ruinas de Ollantaytambo - Andenes
El ascenso por las escaleras fue menos cansado de lo que dijo nuestra guía. Por lo menos para nosotros, vimos a gente más mayor que tuvo que hacer un par de paradas por el camino. Desde arriba pudimos disfrutar de una vista completa del pueblo de Ollantaytambo. Nuestra guía nos explicó que en una de las montañas de enfrente, una parte del contorno de dicha montaña tiene la forma de la cara de un inca. Al principio nos costó un poco ver la cara pero al final conseguimos identificar la silueta.
Ruinas de Ollantaytambo - Vistas del pueblo
Ruinas de Ollantaytambo - Perfil de un inca
A continuación, nos dispusimos a recorrer la zona elevada. Desde aquí había varias vistas de todo el valle que rodeaba al pueblo. En la parte de arriba era donde se encontraban originalmente la mayoría de edificios. Actualmente, solo quedaban restos de lo que tuvo que ser antiguamente este complejo. Quedan piedras bastante grandes aunque sin llegar a las dimensiones de Saqsaywaman. Aquí conocimos a una pareja menorquina que venía en nuestro tour. El edificio mejor conservado era el que en los tiempos incaicos era el templo del sol. Recorrimos el recinto tranquilamente pasando por todos los restos arqueológicos hasta que nuestra guía dijo que era hora de bajar.
Ruinas de Ollantaytambo - Vistas del valle
Ruinas de Ollantaytambo
Había un camino que bordeaba parte de la montaña y desde el cual se veía mejor la montaña con el perfil del inca. Pasamos por este camino y llegamos a otra zona llena de terrazas con una escalera en la zona central por la que pudimos descender. Estas escaleras estaban en peores condiciones que por donde habíamos subido. Al llegar abajo tuvimos unos pocos minutos más para hacernos unas últimas fotos de la zona.
Ruinas de Ollantaytambo
Volvimos al autobús pero solo a recoger la mochila. El resto del grupo volvía a Cusco, pero nosotros íbamos a coger el tren en dirección a Aguas Calientes. Nos despedimos de la pareja menorquina con la que habíamos empezado a hacer amistad y del resto del grupo. Para llegar a la estación tan solo eran unos 15 minutos caminando, pero al lado del autobús había varios motocarros (también conocidos como tuk tuk) y optamos por subir a uno y probar la experiencia. Llegamos a la estación y esperamos unos minutos a que llegara nuestro tren.
Motocarro
Tren a Aguas Calientes
El trayecto en tren duraba algo más de hora y media y con el llegaríamos directamente hasta Aguas Calientes, nuestro punto de partida para subir al Machu Picchu. En el tren los asientos estaban dispuestos de 4 en 4, de manera que dos pasajeros quedan enfrente de otros dos y con una mesa en medio. Tuvimos suerte y delante nuestro se sentó una pareja joven de Costa Rica. Pasamos el viaje hablando con los ticos de las experiencias que nos estaba aportando el viaje por Perú y de paso aprendimos cosas de Costa Rica. Durante este trayecto nos dieron algo de merendar, teniendo en cuenta el precio del billete del tren un detallito no estaba mal. Por el camino también fuimos disfrutando de las vistas. Esta zona estaba más cerca de la selva y esto se notaba en el paisaje.
Tren a Aguas Calientes
Tren a Aguas Calientes
Aguas Calientes
Al llegar a Aguas Calientes nos despedimos de nuestros amigos ticos, pensando en que volveríamos a vernos al día siguiente en el Machu Picchu. Al salir de la estación vino a buscarnos alguien de la agencia para llevarnos a nuestro hostal. Pasamos por un mercado bastante grande donde básicamente vendían souvenirs. Caminamos unos diez minutos y cruzamos el río por un puente, después fuimos calle abajo y en pocos minutos llegamos a nuestro hostal. Dejamos la mochila en nuestra habitación y fuimos a dar una vuelta por el pueblo.
El pueblo de Aguas Calientes era totalmente turístico. Por todos lados había hoteles, tiendas de souvenirs y sobre todo restaurantes. Era imposible dar dos pasos sin que nos plantasen en la cara la carta de un restaurante. Antes de cenar queríamos dar una vuelta por el pueblo, de modo que fuimos declinando todas las ofertas. Llegamos a la plaza del pueblo donde estaba la iglesia. En el centro había una estatua con las palabras "Bienvenidos a Machupicchu" y las figuras de unos incas. Evidentemente había que hacerse unas fotos.
Aguas Calientes
Como no había nada más por ver en el pueblo volvimos al hostal. De camino pasamos por una tienda a comprar algo de comer para el día siguiente, saldríamos temprano y en el hostal no nos darían de desayunar. La agencia nos había hecho llegar algo de desayuno, pero teniendo en cuenta que saldríamos muy pronto y volveríamos tarde, pensamos que era mejor llevar algo más de comida.
Volvimos a la calle donde enseguida encontramos un lugar para cenar. La cena estuvo bastante bien aunque tenían un par de gatos como mascotas sueltas por el restaurante. En Aguas Calientes fue el único lugar donde vimos que cobraban un suplemento de servicio y sin previo aviso. Vimos que varias mesas se negaban a pagar dicho suplemento y solo pagaban lo que habían consumido. En nuestra cuenta se olvidaron apuntar las bebidas, de modo que con el suplemento quedaba más o menos por lo mismo, decidimos no quejarnos y pagamos el suplemento. Todavía era temprano pero al día siguiente teníamos que levantarnos sobre las 5:30, de modo que después de cenar volvimos al hostal.
