Día 9 (07/04/2019) - Wadi Rum ➞ Áqaba
Wadi Rum
Despertamos rodeados de tranquilidad y silencio, habíamos pasado la noche prácticamente en medio de la nada. Solo teníamos a unas pocas personas alrededor en sus respectivas haimas y desierto en kilómetros a la redonda, con algún que otro campsite. Fuimos al comedor y nos reunimos con Arturo y France para desayunar. Después tuvimos poco tiempo para acabar de recoger nuestras mochilas y subir al vehículo que nos llevaría de vuelta a Wadi Rum village.
Campsite en Wadi Rum
El día anterior habíamos hablado con Mohammad que necesitaríamos un taxi para ir a Áqaba y nos dijo que nos ayudaría a buscar uno. Pero Arturo y France que viajaban en coche de alquiler se ofrecieron a llevarnos, ellos también iban a Áqaba donde ya tenían reservado alojamiento para esta noche.
Áqaba
El trayecto hasta Áqaba duró algo más de una hora por una carretera que discurre por el desierto. No hay nada que ver durante este recorrido. Se mire por donde se mire solo hay desierto y no era bonito como el de Wadi Rum. Lo único que nos llamó la atención fue una señal de tráfico de peligro camellos, con esto lo decimos todo.
Llegamos al Weekend hotel y nos despedimos de nuestros amigos, después de darles las gracias por llevarnos y quedamos en vernos más tarde. Hicimos el check-in en el hotel y pagamos los 27JOD que costaba la noche. La habitación fue la mejor de todo el viaje sin lugar a duda. Además de amplia y limpia teníamos aire acondicionado, no necesitábamos más. Dejamos nuestras pertenencias y con lo imprescindible salimos a investigar la ciudad.
Habitación en Weekend hotel
Áqaba es la ciudad más al sur dentro del territorio jordano, hace frontera con Israel y también está muy cerca de la frontera con Arabia Saudí. Es el único punto de acceso al Mar Rojo que tiene el país. Las principales actividades que se pueden hacer en la ciudad son submarinismo o bañarse en el mar. Por nuestra parte, teníamos en mente recorrer las pocas visitas que ofrece Áqaba.
El primer lugar que quisimos visitar fue el castillo de Áqaba. Cuando llegamos vimos que estaba semiderruido. Después de unos minutos buscando la entrada, vimos que estaba cerrado por obras de reconstrucción. Justo al lado está el museo arqueológico así que decidimos ir a visitarlo. Nuestra sorpresa fue cuando intentamos entrar y unos señores nos dijeron que ya no había museo. No habíamos empezado con buen pie nuestras visitas en esta ciudad.
Castillo de Áqaba
Estábamos cerca del puerto y decidimos acercarnos para ver el Mar Rojo. Se dice que una de las mejores experiencias en Áqaba es hacer submarinismo para ver el fondo marino. Nosotros no sabíamos bucear así que, no podríamos disfrutar de la diversidad de la fauna marina del Mar Rojo. Una experiencia que quizá podamos vivir más adelante.
Puerto de Áqaba - Mar Rojo
Cerca de la playa encontramos el Áqaba Heritage Museum. En éste se exponían escenas de la vida cotidiana de la gente de la ciudad. Personas tomando té en una tienda o la representación de una familia en su casa. También había una sala con maquetas de algunos barcos y herramientas que utilizaban para pescar. No había sido una visita imprescindible, pero después de no poder hacer las dos primeras que teníamos planeadas no estuvo mal.
Áqaba Heritage Museum
Áqaba Heritage Museum
Volvimos a la calle y decidimos caminar cerca de la playa para ver un poco la ciudad. Esta zona de Áqaba estaba más animada que las cercanías del hotel o del museo. También está más cuidada y limpia que las otras. Pasamos por algunas fuentes y estatuas que decoran la ciudad. También por la mezquita Sharif Al-Hussein Bin Ali, pero un vigilante que había en la entrada nos dijo que era la hora del rezo. Si queríamos entrar tendríamos que volver más tarde.
Áqaba
Todavía nos quedaba alguna visita en nuestra lista como las ruinas de Ayla. La ciudad de Áqaba es muy antigua, los romanos ya la dominaban para tener acceso al Mar Rojo hace más de 2.000 años. Después ha pasada por el dominio de bizantinos y otomanos entre otros. Del paso de estos pueblos quedan las ruinas de un puerto muy antiguo, del que apenas quedan pequeñas partes de las estructuras que formaban los edificios de esta parte de la ciudad. Tardamos solo unos pocos minutos en recorrer el recinto, la verdad es que nos decepcionó un poco.
Ruinas de Ayla
Ruinas de Ayla
Tan solo llevábamos unas horas en Áqaba y ya habíamos realizado las visitas que teníamos planeadas. Aunque todavía podíamos ir a visitar la mezquita, según nos había dicho el vigilante se podía entrar sin ser musulmán. Aunque primero queríamos ir a comer. Fuimos al Captain's hotel del que habíamos leído muy buenas referencias. Pedimos un tabule para compartir y de segundos un pescado a la plancha y un curry de pescado, calamares y gambas. El tabule no era lo que esperábamos, pero los dos segundos estaban deliciosos. En total pagamos 31,25JOD que no estaba mal teniendo en cuenta que habíamos comido pescado.
Comida - Pescado
Comida - Curry de pescado, calamares y gambas
Volvimos a la mezquita y pudimos entrar porque no era hora del rezo. El vigilante nos dijo que Miriam tenía que cubrirse la cabeza y los brazos. Nos dio una ropa para que se pusiese y después nos dijo que eran 2JOD que pagamos con cierta resignación. La mezquita es completamente blanca y su arquitectura es fascinante. Recorrimos un poco el patio exterior antes de decidirnos a entrar.
Mezquita Sharif Al-Hussein Bin Ali - Entrada
Para acceder a lo que es la sala de los rezos tuvimos que descalzarnos. Otro señor que había ahí nos dijo que podíamos dejarlo en unas taquillas. Tuvimos que pagar otro dinar por cada par de zapatos. Finalmente pudimos entrar y ver la sala enmoquetada donde rezan los fieles. El espacio está totalmente vacío, a excepción de las columnas que soportan la estructura, las lámparas y el altar donde se sitúa el Iman. De nuevo en el exterior, nos detuvimos en la fuente de las abluciones y que estaba muy bien decorada.
Mezquita Sharif Al-Hussein Bin Ali - Interior
Mezquita Sharif Al-Hussein Bin Ali – Fuente de las abluciones
No nos quedaban visitas que realizar en la ciudad y decidimos volver al hotel. Queríamos descansar un poco, pero el señor de la recepción nos dijo que podíamos subir a la azotea. Subimos y desde aquí pudimos ver toda la ciudad, el Mar Rojo y Eilat que pertenece a Israel. A lo lejos también podían verse las tierras que pertenecen a Egipto a la derecha y a Arabia Saudí a la izquierda.
Vistas desde la azotea del Weekend hotel
Al día siguiente queríamos cruzar la frontera y después ir hasta Jerusalén, pero no teníamos muy claro como hacerlo. Habíamos leído que hay unos autobuses que llevan directamente desde Eilat hasta Jerusalén, pero por la web no habíamos podido reservar el billete. Después de descansar un poco volvimos a la calle a buscar un punto de información. Estuvimos un rato buscando y acabamos por entrar en una agencia de viajes a preguntar si sabían como podíamos llegar. Nos dijeron lo que ya sabíamos de los autobuses y que no hacía falta reservar billete.
Pasado un buen rato encontramos el punto de información turística, pero a esta hora ya estaba cerrado. Justo cuando nos íbamos un señor se nos acercó y nos preguntó que necesitábamos. Le explicamos nuestras dudas, nos dijo que era taxista y que él nos podía llevar hasta la frontera por 10JOD. Le dijimos que teníamos que pensarlo porque no sabíamos a que hora nos iríamos. Nos dijo que se llamaba Hussein y nos dio su número de teléfono para que se lo dijésemos por WhatsApp.
Habíamos quedado con Arturo y France en vernos para la hora de la cena. Primero fuimos a un bar a tomar algo y después a cenar al restaurante Al-Shami. Cenamos una sopa de lentejas que tanto nos había sorprendido en este viaje y un plato de cordero especiado para compartir. Durante la cena estuvimos hablando de las aventuras de viajes pasados y sobre destinos que teníamos pensado hacer en el futuro. Se empezó a hacer tarde, pagamos 12JOD por la cena y fuimos caminando hacia su hotel. Nos despedimos de nuestros amigos, al día siguiente ellos volvían a Ammán y nosotros nos íbamos a Israel.
Cena - Sopa de lentejas
Cena - Cordero
Escribimos a Hussein, el taxista, para confirmar que al día siguiente nos iríamos con él a la frontera. Quedamos en que nos pasaría a buscar a las 6 de la mañana. Solo quedaba volver al hotel a dormir, al final se nos había hecho tarde y al día siguiente había que levantarse muy pronto.
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