Día 18 (27/03/2018) - Ramarama ➞ Auckland ➞ Rarotonga
Ramarama
Era nuestro último día en Nueva Zelanda, pero todavía tendríamos unas horas para visitar la ciudad de Auckland. Utilizamos la cocina del camping que por la mañana estaba vacía y así desayunar tranquilamente. Después cogimos la comida que nos había sobrado y la dejamos en la cocina. En muchos campings la gente deja lo que ya no va a utilizar para que otros lo aprovechen. Solo nos quedamos con lo que íbamos a comer al mediodía. Antes de irnos, pasamos por recepción y explicamos que el día anterior habíamos llegado cuando ya estaban cerrados. Nos preguntaron si habíamos utilizada plaza con electricidad o sin. Les dijimos que lo primero y nos cobraron 37NZD.
Auckland
Por distancia solo teníamos una media hora hasta Auckland. Pero esta ciudad es la más poblada de Nueva Zelanda y el tráfico era mayor al que habíamos encontrado durante todo el viaje. Tardamos casi una hora en llegar y dimos unas pocas vueltas para encontrar parking. Acabamos aparcando en un parking bastante céntrico muy cerca de la Sky Tower.
La intención era ir directamente a la torre, pero de camino encontramos una iglesia que nos llamó la atención y entramos. El edificio estaba muy bien cuidado. Lo más curioso fue que donde deberían estar los bancos para sentarse había un montón de velas. Éstas estaban situadas formando un camino en espiral para recorrerlo del exterior al centro. Supusimos que debía de ser un ritual religioso para pedir algo a Dios.
Iglesia
Tan solo unos minutos después llegamos a la Sky Tower. Impresiona la altitud de este edificio. Desde la base casi nos dejamos el cuello mirando hacia arriba para ver la cima. No es para menos, este es el edificio más alto de Nueva Zelanda con 328 metros de altura. También es el edifico más alto de Oceanía y de todo el hemisferio sur hasta la fecha.
Sky Tower
Entramos y fuimos a comprar los tickets para subir al mirador. Tuvimos que hacer una cola de unos 15 minutos para comprar las entradas. Ésta daba acceso para la planta donde estaba el restaurante y para otros dos niveles que eran los miradores. También había la posibilidad de practicar puenting. Había un nivel específico para saltar, pero nosotros no teníamos ninguna intención de hacerlo. Pagamos los 58NZD por los dos para subir al mirador y fuimos a buscar el ascensor.
El primer mirador está a 192 metros de altura. Desde aquí pudimos ver la ciudad entera gracias a los 360º del observatorio. También hay unas zonas donde el suelo es de cristal y se puede pisar. Da mucha impresión quedarte parado encima y ver bajo tus pies la ciudad. Estuvimos un buen rato contemplando las vistas en todas direcciones. Después subimos al siguiente nivel, situado a 220 metros. Prácticamente se ve lo mismo, en esta ocasión estuvimos menos tiempo. Desde ambos se pueden ver hasta 82 kilómetros a la redonda en días claros.
Sky Tower - Vistas
Sky Tower - Vistas
Habíamos realizado la principal visita que queríamos hacer en Auckland. A continuación, nos dispusimos a dar una vuelta por la ciudad más cosmopolita del país. Enseguida notamos que estábamos en una gran ciudad. A diferencia del resto del viaje, donde apenas encontrábamos gente por la calle y los edificios no eran demasiado altos, en Auckland había gente por todos lados y no solo paseando, sino también corriendo para ir a trabajar o comprar. No estábamos acostumbrados a tanto bullicio después de las dos semanas anteriores.
Auckland
Auckland
Antes de continuar nos detuvimos para tomar un café. Sin darnos cuenta entramos en la cafetería de un teatro. Mientras tomábamos nuestra bebida, la camarera nos dijo que iba a abrir el teatro y si queríamos podíamos visitar el hall. Sin dudarlo aceptamos la invitación y pasamos unos minutos recorriendo la estancia. El decorado era muy bonito y nos entretuvimos a sacar unas cuantas fotos.
Teatro Civic
Volvimos a la calle y nos encaminamos a Albert Park, una gran zona verde en el centro de la ciudad. Este lugar es fantástico para pasear o sentarse a leer. Recorrimos gran parte del parque contemplando los árboles y algunas estatuas en referencia a la historia del país. No es que sea una visita imprescindible, pero si un lugar agradable para perderse unos minutos.
Albert Park
Albert Park
Todavía teníamos tiempo y fuimos hasta cerca del puerto. En esta zona hay grandes calles con un sinfín de tiendas y restaurantes. Nuestro tiempo en Nueva Zelanda se estaba acabando y todavía nos quedaban algunos recuerdos que comprar. Este lugar era perfecto para encontrar tiendas de souvenires. Miramos en algunas hasta que encontramos lo que necesitábamos.
Empezamos a caminar de vuelta al parking. No estábamos muy lejos, pero dimos un pequeño rodeo para pasar por delante del ayuntamiento. El edificio no es impresionante pero como teníamos tiempo no perdíamos nada por verlo unos pocos minutos. Lo más curioso es la torre del reloj que hay situado en uno de sus extremos.
Auckland - Ayuntamiento
Teníamos que dejar la autocaravana en las oficinas de Britz que hay cerca del aeropuerto. Nos detuvimos pocos minutos antes de llegar para cocinar por última vez en nuestra casa con ruedas. Revisamos que no nos dejábamos nada y estaba todo más o menos limpio. Llegamos a las oficinas de Britz y aparcamos el vehículo. Teníamos pagado el Express Return Pack, con lo que no era necesario tener lleno el depósito de gasolina, ni el gas, ni vacíos los tanques de aguas negras ni grises. En el mostrador solo nos preguntaron si habíamos tenido algún accidente. Ahora solo con nuestras mochilas en mano, tocaba esperar a que llegase el autobús que llevaba al aeropuerto.
Aeropuerto de Auckland
Estábamos de nuevo en el aeropuerto de Auckland, donde habíamos hecho escala poco más de dos semanas atrás. Habíamos pasado 16 días en este fantástico país de paisajes impresionantes. Durante esta parte del viaje habíamos recorrido cerca de 3.500 kilómetros en una autocaravana, o como la llamamos nosotros, nuestra casa con ruedas. Los días que nos quedaban de luna de miel la pasaríamos en un destino paradisiaco. Cambiábamos radicalmente el tipo de viaje y nos íbamos a pasar los últimos 4 días a las Islas Cook.
En el aeropuerto facturamos las maletas y pasamos el control. Faltaba un rato para que nos llamasen para embarcar y pasamos el tiempo recorriendo el aeropuerto. Éste no es muy grande y no tardamos demasiado. Fuimos a buscar nuestra puerta de embarque y esperar allí el resto del tiempo. Mientras esperábamos nos sacamos una foto con un reloj. Una de las curiosidades del vuelo era que partíamos de Auckland el día 27 por la tarde y llegábamos a Rarotonga el mismo día 27 pero de madrugada. Sí, íbamos atrás en el tiempo. Esto es porque Nueva Zelanda se encuentra en la primera franja horaria y las Islas Cook en la penúltima, con lo que hay 22 horas de diferencia.
Aeropuerto de Auckland
Llegada a Rarotonga
Habíamos dejado Nueva Zelanda, un país con muchísimas cosas que visitar y paisajes magníficos, pero con un clima que no acompañaba demasiado. En cambio ahora llegábamos a un país tropical, donde pasaríamos calor y el sol no nos abandonaría. O eso pensábamos hasta que llegamos, una gran tormenta tropical nos recibió a nuestra llegada a las Islas Cook.
Antes de poder salir del aeropuerto tuvimos que pasar el control de entrada. Como nos pasó al entrar en Nueva Zelanda, miraron si llevábamos comida y revisaron hasta el calzado. Quieren mantener el ecosistema propio que tienen las islas que forman el país y no dejan entrar con cualquier cosa que pueda hacerlo peligrar.
Llovía mucho pero por suerte teníamos contratado el traslado al hotel. Salimos y fuimos a preguntar donde teníamos que subir para que nos llevarán. Encontramos un stand donde una chica nos tenía apuntados en una lista y nos indicó donde teníamos que ir. Seguimos la dirección y solo había un señor con un taxi. Le preguntamos si él nos llevaba al hotel y nos dijo que sí. Nos pareció un poco raro pero entre la lluvia y el sueño no quisimos darle más vueltas.
Al llegar al The Edgewater Resort and Spa el señor nos dijo que teníamos que pagarle. Le dijimos que ya teníamos el traslado pagado, que por eso le habíamos preguntado. No nos habíamos entendido bien y era un taxi privado sin nada que ver con el hotel. Explicamos en recepción el malentendido y les pedimos que el dinero que les habíamos pagado a ellos por el traslado se lo dieran al taxista. Nos dijeron que eso lo contratamos con otra empresa y ellos no podían hacerse cargo. Después de un rato de discusión acabamos pagando al taxista. Al día siguiente ya nos ocuparíamos de reclamar el dinero donde fuese necesario.
Era tarde y queríamos ir a dormir. Hicimos el check-in en la recepción y nos acompañaron hasta la habitación. Ésta era inmensa, sobre todo comparado con el espacio interior de la autocaravana, donde habíamos estado los últimos 16 días. Nos fuimos a dormir, al día siguiente ya nos preocuparíamos por la lluvia y el dinero del taxi.
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